
¿Por qué ni en el reflejo de cualquier ventana, ni en el espejo de los probadores de las casas de ropa, ni en el de cualquier casa ajena, ni, obviamente, el reflejo de cualquier fotografía (por no mencionar siquiera las de tamaño carnet)... nunca resulta tan favorecedor como cuando nos miramos en el espejo de nuestro propio baño? .
Objetos maravillosos.
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